CAPÍTULO 12
Cinco de la
tarde.Era viernes. Aún faltaban tres horas, pero Marta estaba nerviosa. Álex le
había dicho que fuera a un hotel cerca del centro. Mintió a sus padres, pues a
pesar de tener diecisiete años, no era lo suficientemente mayor.
Javier llegó
con su coche, y para su sorpresa, tenía el reloj mal. Aún quedaban más de dos
horas y media. Marta le dejó irse a tomar algo, y así fue. Arregló su marcador
del tiempo, arrancó, y se fue a tomar un café. Al llegar allí, se sentó en una
butaca cerca de la terraza trasera.
- – Un leche y leche, por favor.
Mientras sus ojos marrones miraban sin un punto fijo,
percibió dos personas en las mesas de fuera. Le resultaban familiares, pero no
estaba seguro. Indicó que ahora volvía y se acercó a la ventana. Intentó
observar con atención, pero tan solo pudo oír:
- – No entiendo por qué haces todo esto… - decía la
chica.
- – Vamos princesa, sabes que es por simple
diversión. ¿De verdad crees que yo, un chico con este nivel me rebajaría? –
respondió el joven.
- – Pero… ¿es necesario? Ya la hemos hecho sufrir,
¡ya está!
- –No, no… quiero fama, y la voy a conseguir.
- – ¿Tú crees? Será difícil que consigas conocer a
su madre… ¡lo sabes! – decía la chica acercándose a él.
- – Bueno… pero lo intentaré, y cuando la conozca… -
puso cara de deseo
- – ¿Estás loco? Es incluso más de diez años mayor
que tú. Además… pensaba que tú y yo… - el chico le tapó los labios.
- – Sabes que tú y yo estaremos juntos siempre, si
consiguiera estar con ella, tendré fama, pero antes enamoro a su hijita tonta,
y me iré acercando, al final acabaré en la cima.
- – Es un plan inútil – responde la chica
alejándose.
- – ¿Inútil? ¿Sabes la que se formará cuando le
saque fotos a su hija desnuda? Y a la madre… ¡uf, entonces ya! – decía feliz el
joven.
Javier no entendía nada, no estaba lo suficientemente cerca
para reconocerlos… ¿Una chica? ¿Una madre? …
- – ¿Dónde está tu espíritu maligno? – decía
retomando la conversación el chico.
- – Pues… me da rabia que tengas que pasar la noche
con ella, y que te toque y que… - el chico no la dejó terminar se acercó,
mirando el reloj.
- – Ya es tarde, en una hora quedé con ella. No te
preocupes Carla, Marta es nuestra, y la fama, vendrá con ella, ¿vale?
- – Eres más malo de lo que pensaba – y le dio un
beso apasionado.
Los ojos de Javier se abrieron como platos. O estaba loco, o
hablaban de Marta, Jessica… Y Carla, ¿quién era Carla? Le costó, pero al final
recordó algunas cosas que su “protegida” le había contado. Pero y el joven, no
tenía ni idea de quién sería. Hablaban de maldad, y de hacer sufrir. Siguió al
chico, que no parecía muy mayor. Frente a los 23 años de él, era joven.
Se acercó. No conseguía verlo. Pero entonces, un ruido se
escuchó, y se dio la vuelta. No podía creerlo. Recordó esa escena en el
instituto, la rosa roja… ¡Era Álex! El novio de Marta. Sintió ganas de
agarrarlo y comenzar a desahogar toda su rabia sobre su cara. Pero él no era
así. Era increíble, Álex tan solo estaba con Marta para acercarse a la fama de
Jessica, y acostarse con ella, cosa que el chofer sabía muy bien que no
pasaría. Entonces recordó la frase del chico “Se hace tarde, dentro de una hora
quedé con ella” y la frase de Marta “Pásame a buscar a las siete y media, tengo
una cita”. Javier, miró el reloj, las siete y diez. ¿Qué iba hacer?
¿Contárselo? Para empezar tenía que ir a buscarla o se metería en un buen lío.
Marta esperaba en el jardín. Iba con un vestido azul,
eléctrico. Escotado, y corto. Maquillada, con unos tacones negros, muy bonitos.
La mirada de Javier se quedó en ella durante unos segundos, estaba realmente
guapa, y le llenaba de rabia que se arreglara así para ese capullo. Pronto
reaccionó, bajó del coche y abrió la puerta a la joven.
- – Buenas noches Javier – dijo sonriendo.
- – Buenas noches – el joven estaba muy preocupado,
¿qué iba a decirle?
Llegaron a las puertas de un lujoso hotel, el cual Javier
dedujo que pagaría Marta. Antes de que esta saliera del coche, el chofer le
cogió la mano y le dijo algo:
- – Marta… sé que no tengo derecho a decirte esto,
pero en este tiempo hemos conectado mucho y no me gustaría que sufrieras…
- – Oh, que mono – dijo Marta. – No te preocupes,
tengo precauciones, y además, Álex es un buen chico.
“Sí, un buen chico” eso pensaba ella. Pero Javier sabía muy
bien que no podía dejarla entrar, y volvió a intentarlo.
- – Marta, no vayas a esa habitación.
- – ¿Cómo? – preguntó extrañada.
- – De verdad…
- – Mira Javier, lo siento, pero no voy a permitir
que te metas en mi vida privada tan solo por tener un poco de confianza,
suéltame.
Javier obedeció, y tras ese amargo adiós, la silueta de
Marta se perdió entre las sombras de los jardines del hotel.
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