martes, 30 de octubre de 2012

Siento decírtelo, pero te quiero CAPÍTULO 12


                                                          CAPÍTULO 12


Cinco de la tarde.Era viernes. Aún faltaban tres horas, pero Marta estaba nerviosa. Álex le había dicho que fuera a un hotel cerca del centro. Mintió a sus padres, pues a pesar de tener diecisiete años, no era lo suficientemente mayor.

Javier llegó con su coche, y para su sorpresa, tenía el reloj mal. Aún quedaban más de dos horas y media. Marta le dejó irse a tomar algo, y así fue. Arregló su marcador del tiempo, arrancó, y se fue a tomar un café. Al llegar allí, se sentó en una butaca cerca de la terraza trasera.

-              –  Un leche y leche, por favor.

Mientras sus ojos marrones miraban sin un punto fijo, percibió dos personas en las mesas de fuera. Le resultaban familiares, pero no estaba seguro. Indicó que ahora volvía y se acercó a la ventana. Intentó observar con atención, pero tan solo pudo oír:

-            – No entiendo por qué haces todo esto… - decía la chica.
-             Vamos princesa, sabes que es por simple diversión. ¿De verdad crees que yo, un chico con este nivel me rebajaría? – respondió el joven.
-             Pero… ¿es necesario? Ya la hemos hecho sufrir, ¡ya está!
-            No, no… quiero fama, y la voy a conseguir.
-             ¿Tú crees? Será difícil que consigas conocer a su madre… ¡lo sabes! – decía la chica acercándose a él.
-             Bueno… pero lo intentaré, y cuando la conozca… - puso cara de deseo
-             ¿Estás loco? Es incluso más de diez años mayor que tú. Además… pensaba que tú y yo… - el chico le tapó los labios.
-            –  Sabes que tú y yo estaremos juntos siempre, si consiguiera estar con ella, tendré fama, pero antes enamoro a su hijita tonta, y me iré acercando, al final acabaré en la cima.
-             Es un plan inútil – responde la chica alejándose.
-            – ¿Inútil? ¿Sabes la que se formará cuando le saque fotos a su hija desnuda? Y a la madre… ¡uf, entonces ya! – decía feliz el joven.

Javier no entendía nada, no estaba lo suficientemente cerca para reconocerlos… ¿Una chica? ¿Una madre? …

-            – ¿Dónde está tu espíritu maligno? – decía retomando la conversación el chico.
-            – Pues… me da rabia que tengas que pasar la noche con ella, y que te toque y que… - el chico no la dejó terminar se acercó, mirando el reloj.
-            – Ya es tarde, en una hora quedé con ella. No te preocupes Carla, Marta es nuestra, y la fama, vendrá con ella, ¿vale?
-           –  Eres más malo de lo que pensaba – y le dio un beso apasionado.

Los ojos de Javier se abrieron como platos. O estaba loco, o hablaban de Marta, Jessica… Y Carla, ¿quién era Carla? Le costó, pero al final recordó algunas cosas que su “protegida” le había contado. Pero y el joven, no tenía ni idea de quién sería. Hablaban de maldad, y de hacer sufrir. Siguió al chico, que no parecía muy mayor. Frente a los 23 años de él, era joven.

Se acercó. No conseguía verlo. Pero entonces, un ruido se escuchó, y se dio la vuelta. No podía creerlo. Recordó esa escena en el instituto, la rosa roja… ¡Era Álex! El novio de Marta. Sintió ganas de agarrarlo y comenzar a desahogar toda su rabia sobre su cara. Pero él no era así. Era increíble, Álex tan solo estaba con Marta para acercarse a la fama de Jessica, y acostarse con ella, cosa que el chofer sabía muy bien que no pasaría. Entonces recordó la frase del chico “Se hace tarde, dentro de una hora quedé con ella” y la frase de Marta “Pásame a buscar a las siete y media, tengo una cita”. Javier, miró el reloj, las siete y diez. ¿Qué iba hacer? ¿Contárselo? Para empezar tenía que ir a buscarla o se metería en un buen lío.

Marta esperaba en el jardín. Iba con un vestido azul, eléctrico. Escotado, y corto. Maquillada, con unos tacones negros, muy bonitos. La mirada de Javier se quedó en ella durante unos segundos, estaba realmente guapa, y le llenaba de rabia que se arreglara así para ese capullo. Pronto reaccionó, bajó del coche y abrió la puerta a la joven.

-            – Buenas noches Javier – dijo sonriendo.
-            – Buenas noches – el joven estaba muy preocupado, ¿qué iba a decirle?

Llegaron a las puertas de un lujoso hotel, el cual Javier dedujo que pagaría Marta. Antes de que esta saliera del coche, el chofer le cogió la mano y le dijo algo:

-           –  Marta… sé que no tengo derecho a decirte esto, pero en este tiempo hemos conectado mucho y no me gustaría que sufrieras…
-            – Oh, que mono – dijo Marta. – No te preocupes, tengo precauciones, y además, Álex es un buen chico.
“Sí, un buen chico” eso pensaba ella. Pero Javier sabía muy bien que no podía dejarla entrar, y volvió a intentarlo.
-            – Marta, no vayas a esa habitación.
-           –  ¿Cómo? – preguntó extrañada.
-            – De verdad…
-            – Mira Javier, lo siento, pero no voy a permitir que te metas en mi vida privada tan solo por tener un poco de confianza, suéltame.

Javier obedeció, y tras ese amargo adiós, la silueta de Marta se perdió entre las sombras de los jardines del hotel. 

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