sábado, 3 de noviembre de 2012

Siento decírtelo, pero te quiero CAPÍTULO 13


                                                          CAPÍTULO 13

Vestido, corto. Sacó un espejo del bolso. Maquillaje, perfecto. Escote, normal. Zapatos, ni muy altos, ni muy bajos. Marta, estaba frente a la puerta de la habitación número 329, la que Álex le indicó que tocara a las ocho de la noche. La joven alzó su puño, y este golpeó la puerta suavemente. A los cuatro o cinco segundos, el manillar comenzó a rodar y un joven guapo, atractivo, apareció tras la puerta.

-         -  ¡Anda, estás guapísima! – exclamó Álex.

El adolescente iba vestido con vaqueros caídos, polo negro, pijillo, vans también negras, un reloj plateado cubría su muñeca, y su pelo caído y ojos verdes, perfectos.

-          - Muchas gracias, tú también – respondió Marta besando sus labios.

Alrededor de la cama, que destacaba en el centro de la habitación, había rosas rojas por el suelo. En la mesilla un champán y todo alumbrado por la romántica luz de las velas.

-          - ¿Brindamos? – preguntó el chico.

Cogió la botella, llenó los vasos y sus miradas de deseo se cruzaban mientras bebían de su copa.

-          - Eres realmente preciosa… - dijo Álex acercándose a ella lentamente y acariciándole la cara.
-         -  Álex… yo estoy nerviosa.
-         -  Lo sé… tranquila, confía en mí.

El chico cogió a Marta por la cintura. Y se fundieron en un beso apasionado. Lentamente se tumbaron en la cama. Entre besos y arrumacos, Álex se quitó la camisa. En ese momento, algo estúpido interrumpió el momento:

-          - Un momento  – dijo el chico yendo al baño y cerrando la puerta.

En ese momento Marta, cogió el móvil que había en la mesilla al ver que una luz se encendía. Un mensaje nuevo, y al leer “Carla” no pudo evitar abrirlo:

“Cariño, ¿cómo vas? Espero que no te lleve mucho tiempo, aunque con la petarda esa, no creo. Cuando acabes, te espero en casa, para enseñarte qué es una mujer de verdad. Verás, con esto, llegamos a la cima, seguro. Un beso, te quiero amor “.

Sin darse cuenta, la puerta del baño se abrió y Marta tiró el móvil al suelo. Álex se abalanzó sobre ella y le dio un beso apasionado. Sus manos rozaban el cuerpo de Marta, en lo que esta soltó una lágrima. Estaba confusa, paralizada. No se le ocurrió nada, no podía levantarse, porque sus fuerzas se agotaron. Las lágrimas eran cada vez más y más, tanto que llegaban hasta su torso descubierto, tan solo por un sujetador. El joven, que seguía sin enterarse de lo que ocurría, levantó la cabeza, y vio el móvil en el suelo. Su mirada se encontró con la de Marta, una mirada triste, de traición, de desilusión… Marta observaba a Álex, no sabía si con rabia, con asco… pero algo dentro de ella palpitaba.

-          - ¿Confía en mí?– dijo Marta levantándose de la cama, cuando sus lágrimas caían como cataratas.
-         -  Mar…Marta… yo… - la chica no le dejó terminar. 

      Su manó se alzó sola, y se posó en la cara de Álex con mucha fuerza. En el momento del acto, la puerta de la habitación se abrió y montones de periodistas con cámaras entraron dentro. Marta, perdida entre los flases de las cámaras, no entendía qué pasaba. Álex se levanta y se acerca a Marta, la cual le mira con desprecio, y cae al suelo derrotada, sin fuerza, y con el grito en el cielo. Las cámaras cada vez son más, y más cerca. En ese momento, se abrió paso entre la multitud a un hombre, vestido con esmoquin, ojos marrones y pelo rubio. A pesar del nublar de la vista de Marta, lo reconoció, era Javier. Quien se alzó al suelo, y cogió a Marta. Al mirar su rostro, su cara entristeció, parecía que todo su mundo se había desmoronado, y nada podía cambiar. Javier cogió en brazos a la adolescente, y volvió abrirse paso entre la multitud, pero antes se acercó a Álex, quien contemplaba la escena, asustado:

-          - Hijo de puta, a ti, te la cobraré yo.

Y entre los gritos y flases de la gente, salió hasta los jardines del hotel, donde decenas de personas miraban el suceso, alucinados. Un coche de policía apareció, y dentro, Sergio, el padre de Marta.
De pronto, la joven abrió los ojos y vio como una limusina negra se acercaba a la acera. Un chofer muy elegante abría la puerta, y una mujer, hermosa, salió. Sin duda, era Jessica. La multitud de periodistas y personas se alzaron sobre ella, cuando dos hombres fuertes la protegieron. La madre, intentó ir hasta Marta, pero fue imposible. Y ya esta se fue en el coche, junto con Javier, el cual no paraba de mirar por el espejo, y decir.

-         -  Marta, no te duermas, todo acabará pronto.

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