viernes, 25 de noviembre de 2011

Llegaremos a lo más alto CAPÍTULO 5

                              CAPÍTULO 5 , Las cosas comienzan a cambiar


El despertador sonó, y los pataleos en el pasillo causados por mis hermanos tardaron poco en oírse. El fin de semana pasó muy rápido. Ayer, domingo, comí con mi familia en un restaurante y me pasé el día encerrado en casa reposando. Me levanté de la cama, y rápidamente me preparé. Todos esperábamos en la puerta, pero Marta como siempre, tardaba más de lo normal.
Llegué al instituto, Sandra y Jorge esperaban en la puerta, y con esmero, me dieron un abrazo, pues no nos veíamos desde el día de tal desagradable tarde. Todo el mundo me miraba, pues mi ojo morado había desaparecido, pero los puntos en el labio permanecían donde mismo.
Adrián pasó por delante nuestro, pero no nos dirigió ni una mísera mirada. Carolina iba detrás, pero para mi sorpresa, si quiera saludó a ese pedazo de cabrón. Directamente se acercó a nosotros, y no pude creerlo:
Chicos, quería pedirles perdón por lo del otro día, ya no me hablo con Adrián es un tío repugnante, solo deciros que espero empezar de cero – dijo con naturalidad.
Me quedé perplejo, no sabía que decir, y Sandra al darse cuenta, dijo:
No te preocupes, no es culpa tuya.
Lo sé, pero me siento mal. Carlos, sé que a ti fue en cierto modo al que pegó con fuerza. Me gustaría disculparme, pues yo estaba allí y no pude hacer nada. ¿Qué te parece tomar algo conmigo después de clase? – dijo entusiasmada.
Mis labios temblaban, mis ojos brillaban, y mis palabras no salían, hasta que reaccioné y entonces acepté inmediatamente, y seguidamente se marchó.
Estás coladito por ella tío – dijo Jorge intentando molestarme.
Que va, bueno debo irme, ahora nos vemos en clase – y no tardé en marcharme.
No estaba seguro de lo que iba hacer, pero me acerqué al gimnasio, donde se encontraba el entrenador Ángel, del equipo del barrio, llamado Brakyout , y le dije mi interés por entrar en el equipo, este me hizo unas cuantas pruebas en ese mismo momento, haciendo que perdiera los 10 primeros minutos de clase. Pero todo valió para que me aceptara y me confirmara la hora de entreno, los días, y mi posición en los partidos. Estaba entusiasmado, si quiera se lo había preguntado a mi madre, pero sabiendo como vivía por este deporte, aceptaría encantada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario