martes, 13 de diciembre de 2011

Llegaremos a lo más alto CAPÍTULO 13

                         CAPÍTULO 13 , Un día horrible
                                                              
Habíamos terminado de comer hacía una hora. Carolina estaba abajo charlando con mi madre mientras tomaban un café. Mis hermanos jugando a la play, los cuales tenían ya 8 y 12 años. Mi padre dormía. 
Estaba cogiendo el sueño, cuando tocaron a la puerta. Era Eduardo, venía muy asustado y nervioso. No le salían las palabras, tartamudeaba, y pudimos observar como sus manos estaban cubiertas de sangre. Solo pudo señalar al asfalto que se encontraba enfrente de nuestra casa, y ahí estaba. Me quedé perplejo, mis manos se paralizaron, mis ojos vieron en un segundo como mi madre salía corriendo y lloraba. Carolina me dio un abrazo, y mis dos hermanos confusos, lloraban también. Mi padre no tardó en bajar, y solo pudo coger el teléfono, cosa que deberíamos haber hecho antes. De pronto, todo se me vino encima, y todos esos momentos en los que pude ser feliz, se convirtieron en tristeza.
Estábamos fuera. Mi madre caminaba sin parar, con el teléfono en la mano, y cada vez que aparecía un médico, preguntaba como loca esperando respuestas. Mi padre no estaba, intentaba huir de la realidad fumando un par de cigarrillos en la parte trasera del hospital. Mis hermanos se quedaron con mi abuela por parte de madre, no tenían edad para esto. Carol estaba sentada a mi lado, mirándome con pena. De pronto, el médico salió, y nos indicó que podíamos pasar. Mi madre me invitó a ser el primero, no sé si estaba preparado, pero lo hice.
Allí estaba, su cara parecía una carretera por donde pasaron mil coches. Sus labios normalmente rojos, eran morados. Su pierna colgaba de una cuerda, escayolada. Su brazo tenía una venda que cubría gran parte de él. Todo su cuerpo estaba conectado a multitud de máquinas que pitaban sin parar. Y lo peor, sus ojos estaban cerrados, y su aspecto era triste. 
No sabía qué hacer. Mis lágrimas no dudaron en salir, y mi madre entró en ese momento:
Hijo tenemos que ser fuertes, el médico dice que se pondrá bien… - dijo insegura.
Mamá, ya no tengo tres años, sé que Marta está en coma, y que podrá estar así muchísimo tiempo. Pero aun no entiendo cómo pudo atropellarla aquel coche, ¿está loca? – y dejé caer mi cuerpo en la camilla, llorando, y preguntando por qué. 
Mi madre salió, él médico la paró y le dijo algo, y entonces pude oírlo, además del coma, si Marta no despertaba en menos de dos meses sus piernas se inmovilizarían, y esta quedaría en silla de ruedas para el resto de sus días, y eso, si es que podía despertar del sueño tan doloroso en el que se encontraba. A pesar del misterio que esta mostraba, era mi hermana mayor, y no podía verla en esa situación. 


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