No tenía ganas de nada. Sentía que no conocía lo que me rodeaba, tenía una hermana que nunca conocí como debía, y ahora, estaba en el hospital, y puede que no despierte nunca más. Malgasté todo el tiempo que tenía y me comporté como un tonto. Ahora estaba arrepentido de no haber disfrutado de ella como debía.
No paraba de dar vueltas, en la playa, pensando. Caminé un poco más hasta llegar a la cancha de baloncesto donde entrenaba. No tocaba una pelota de baloncesto desde hacía semanas. Entre la mudanza, la familia, mi hermana… Sentí unas ganas increíbles de jugar. Me lancé a la pista y comencé a botar. Tiré un par de canastas, no más de tres, cuando llegó un hombre, con aspecto importante. Sus ojos transmitían suspicacia, unas gafas grises permanecían inmóviles en su cara. Tendría unos cincuenta años, tal vez un poco menos. Me miraba con deseo, como si quisiera hacerse con la pelota y hacer lo que más me gusta. Se sentó en el banco de la parte izquierda. No le di importancia, continué jugando, necesitaba despejarme y esta era mi mejor manera.
Permanecí en la cancha unas dos horas y media, sudé como nunca. Eran ya las ocho menos cuarto, y aún debía pasar por el hospital para ver si mi madre necesitaba algo, pues estaba quedándose allí con mi hermana. Mi padre ya había comenzado a trabajar, y ni que su hija estuviera en coma le haría dejarlo.
Cogí una toalla que traía en la mochila, me sequé. Bebí un poco de agua de la fuente, estaba fría. Ese hombre extraño seguía allí, pero ahora no me miraba, tomaba notas. Cuando estaba a punto de irme, pasé por su lado:
Oye chico, buenas noches, ¿me puedes decir tu nombre? – dijo con interés.
Claro… - dije confuso. – Soy Carlos, Carlos Martín Pérez. ¿pasa algo? –
No, no. Simplemente creía conocerte, debo irme, un placer hijo – y se fue de manera muy extraña. Un coche paró delante de él, como si lo estuviera esperando, y se fundió en el horizonte.
Había sido algo extraño, pero ahora debía concentrarme en mi vida. Mañana ya era mi cumpleaños, 2 de mayo de 2012, como pasa el tiempo. Carol quiere comer conmigo en casa, y después irnos a un local a tomar unas copas. Tengo ganas de pasarlo bien un rato, no sé si será como siempre, pero debo olvidarme un poco de mis problemas familiares y disfrutar con mi novia en mi casa o en el local, donde sea, pero estoy seguro de que una fiesta me esperaba en uno de los dos lugares.
Tweet
No hay comentarios:
Publicar un comentario