Quité las sábanas que cubrían mi cara. Miré a mi izquierda. No podía parar de darme cuenta de lo guapa que era. No sabía si lo que pasó la noche anterior fue algo consciente, correcto… pero sí increíble. La verdad que… llevaba tiempo sin sentirme así. Ilusionado.
Sandra se movió, la había despertado. Me miró y sonrió:
- ¿Qué tal has dormido?
- Muy bien… - todo esto era muy raro, y no sabía que significaba. – Sandra anoche… - no pude terminar.
- Anoche pasó lo que pasó. Ya no somos niños Carlos. Puede ser que necesitábamos apoyo, o puede ser que haya algo. Pero eso no podemos deducirlo ahora. El tiempo habla por sí solo, ¿vale? No te agobies.
- Madre mía, tienes experiencia. Eres una chica lista, guapa… ¿algo más que no sepa? – dije acercándome a su rostro. Tenía toda la razón, tal vez no era lo correcto, pero necesitaba saberlo, después de tantas desgracias.
- Y tú sabes hacer sentir bien a una mujer – y me dio un ligero beso – son las diez, tu familia llega a las once y media, ¿no? ¡Date prisa!
Tenía razón, me despedí de ella y me vestí. No pude ni pasar por casa, pues ya eran las once entre que desayuné algo en el centro. Llegué justo a tiempo. Los pasajeros estaban entrando. Allí salían. Las abracé con fuerza. Ayudé a llevar las maletas. Nos metimos en el coche.
- Me he encontrado a Sandra, ¿sabéis?
- ¿Ah sí? ¡Me gustaría verla! – dijo mi madre.
- Y lo haremos… comeremos con ella, ¿qué os parece?
- Muy bien – dijo de pronto Marta.
Llegamos a casa, y dejamos las maletas. Mamá se quedaría unos días antes de volver a Canarias. Y Marta se quedaría definitivamente. Iba a ir a una universidad de discapacitados en el este de Madrid, a estudiar medicina.
En la mesa de la derecha estaba Sandra sentada. Entramos, se levantó y saludó a mi madre y Marta con mucha naturalidad. Estuvimos un par de horas comiendo y charlando:
- Marta, si quieres, puedes salir conmigo algún día, ¡solo llámame! – dijo Sandra.
- Te lo agradezco mucho – contestó mi hermana feliz.
Estaba bien, tenía ganas de vivir. En poco tiempo sería el juicio, comenzaría la temporada… Y yo tenía ganas de entrenar con mi equipo. Vivir la historia que fuese con Sandra, y hacer que Marta viviera una vida como cualquier otra persona. Miré el móvil, dos de septiembre.
Tweet
No hay comentarios:
Publicar un comentario