lunes, 9 de enero de 2012

Llegaremos a lo más alto CAPÍTULO 27

                         CAPÍTULO 27 , Lucas


Estaba un poco nervioso. Iba vestido con la ropa del equipo, pues tenía un partido dos horas después. Un par de jóvenes se acercaron a mí a pedirme una foto. El vuelo estaba llegando, y venía él solo. La azafata lo traería hasta la terminal, y allí estaba yo.
Se abrió la puerta. Firmé un par de papeles. Lo cogí en mis brazos. Nos fuimos en el coche. En casa hice un par de reformas, para en el cuarto de invitados, poner un cuarto para Lucas. Era bonito, con juegos, y una cama para cuando este creciera. Mientras, dormiría conmigo en mi cuarto en una cuna que armé a mi lado. No sé si estaba preparado para ser padre, pero debía intentarlo, era mi hijo, y quería que viviera la vida que yo vivo.
Lucas estaba bien. Me cogió cariño rápido, jugué con él un rato, y después fuimos al estadio. Sandra esperaba allí quien cogió a Lucas para que yo pudiera jugar.
- Mucha suerte.
- ¡Gracias! – y le di un beso grande al niño que esta llevaba en brazos.
Durante el partido pude ver como Lucas gritaba. Se lo pasaba bien. Mi equipo estaba muy fuerte últimamente, ya íbamos en el número dieciocho de veintiuno. No era mucho, pero para llevar a penas dos meses estaba bien.
Al terminar el partido mi entrenador nos invitó a comer algo a Sandra, Lucas y a mí. Al terminar, eran las casi cinco de la tarde. Lucas estaba tieso. Lo dejé en la cuna y Sandra y yo nos sentamos en el sofá.
- ¿Qué te preocupa? No lleva ni un día y está feliz.
- Lo sé… pero no sé si estoy preparado, es todo tan diferente. Desde que me fui de Tenerife hasta ahora, he crecido, sí, pero mi futuro en el baloncesto me hace difícil el ser para Lucas un padre normal – dije angustiado.
- No digas eso Carlos, cuando triunfes, él estará orgulloso de ti. Ahora estás en los últimos, cuando seas igual de famoso que tus ídolos de siempre, la gente se abalanzará sobre ti, y para él decir eso en el colegio, será un privilegio – se acercó a mí y me abrazó. – Además, sabes que me tienes a mí.
- ¿Qué harías yo sin ti? – dije muy en serio.
No dijimos nada más, prepare una cena rica, pues ya era tarde entre tanto charlar. Marta llegó. Venía de las afueras, de la universidad de descapacitados. La recogía y traía un taxista especializado. La ayudé a pasarse a la cama, charlé un rato con ella, me contó muchas cosas. Estaba feliz de tenerla allí conmigo, era más mayor que yo, pero por su estado, ahora yo era como su padre.
- Te quiero – ni si quiera pudo oírme, se quedó dormida en pocos segundos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario