La cara de asombro de Marta era increíble. Estaba perpleja, no podía creer lo que veía. Cuatro hombres terminaban de sacar las cosas del camión, pero tan solo las cosas personales, todo eran muebles nuevos, al parecer, el aumento de dinero en su familia, era muy abundante. De un día para otro, pasó a ser simplemente Marta, a la hija de una famosa actriz deseada por millones de adolescentes. Podría ser una vida dura, o al menos, eso solían poner en internet. Tan solo quedaba una opción, experimentarlo por sí misma, y ver qué pasaba. Su padre se acercó:
- Sé que esto es lo único que no quieres… pero siento decirte que a partir de ahora tendrás que ir con un chofer al instituto, que te llevará y recogerá. No podemos arriesgarnos a que un fotógrafo o fan loco…
- Sí, papá lo entiendo.
- Y también quiero decirte, que si algún periodista te fuerza a decir algo, simplemente pasa de largo, ¿vale? – aclaró Sergio.
- Sí papá – Marta no paraba de pensar en la gente. En como lo tomarían, en la cantidad de adolescentes interesados, que tan solo querrán su amistad para acercarse a su madre. Y tampoco sabía cómo tomarse, el poder pensar que millones de chicos babearan por el cuerpo de su madre, uf, eso le daba repelús. Pero era lo que le tocaba, y apechugaría con ello.
Entró en la casa, un domingo de Enero. Era extremadamente enorme, tres pisos, habitaciones inmensas, televisiones plasmas, cocina increíble, terrazas… ¡y una piscina! ¡Hay dios mío! ¡Qué piscina! Enorme, gigantesca, con chorros a los lados.Caliente en invierno y fría en verano. Era una casa, de en sueños. De película, pero era su casa. Y unos jardínes cubrían todo el terreno. Preciosos jardines.
Llegó a su cuarto, y encendió el ordenador. Mensaje privado en su red social, estaba nerviosa, no hablaba con Álex desde semejante tarde, tan bonita. Esperaba que el mensaje fuera suyo, pero cuando se dio cuenta, no era uno, ni dos, ni tres mensajes… eran como unos diez. Peticiones de amistad, lo que se suponía, gente interesada, desde que supieron quién era realmente Marta, y quién era la familia que le rodeaba, entonces, ya no se reían de ella. Los denegó a todos, pero entonces vio un mensaje que sí que era diferente, Álex Rodríguez:
“Todavía tengo el sabor de tus labios, de tu boca… no paro de pensar en ti. Nos conocemos hace apenas una semana, y parece que te he visto toda mi vida. Me apetece mucho estar contigo, nos veremos el Lunes en clase, pero espero que el próximo fin de semana, me concedas una noche para mí, yo prepararé el lugar, tan solo, hazme un hueco, por lo que veo andas ocupada. Un beso guapa, te quiero. “
Marta sonrió, como una tonta, y se tiró en la cama con los brazos en la nuca, era tan tierno.
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