CAPÍTULO 16
El sol
cálido iluminaba su cara. Mañana era su cumpleaños. No se cumplen dieciocho todos los días. Ya era Junio, en breve las clases acabarían. Habían pasado
unos cinco meses tras aquella desagradable noche, que Marta no olvidaba, pero
también de aquella preciosa mañana en la que sus labios se encontraron por
primera vez con los de Javier. Y estos largos meses, los ha pasado todos y cada
uno de ellos a su lado. Eran novios oficialmente, y sus padres, estaban al
corriente de ello. Iba a ser mayor de edad. El instituto acababa, aunque este
tiempo, ha estado en clases particulares en su casa, pues Jessica, ya había sacado su película, y con un muy buen resultado. Marta aún no tiene claro qué quiere ser de
mayor, siempre quiso ir por el mismo camino que su madre, la interpretación,
pero después de las cosas que ha vivido, se da cuenta de que no es tan perfecto
como parece, y tira por la medicina. Su padre estaba organizando una fiesta
increíble en su gigante casa, mayormente, gente importante, e incluso, un actor
de veinte años, al que Marta admiró siempre. Tres amigas del instituto,
aquellas que le hablaron, con las que aún mantiene conversación. Y de Álex, no
sabía nada, ni quería…
- Señorita Marta, su novio está en la puerta –dijo Gabriela la sirvienta
interrumpiendo los pensamientos de esta.
- Vale, ahora mismo voy, gracias.
Marta fue a
la parte delantera. Ya había salido a la luz su romance con Javier, y lo
describían como: “La hija de Jessica con su chofer, aquí hay rollo”. ¡Qué asco
de gente! La verdad, que hacía unos días que estaban un poco raros, pero Marta quería pensar que sería pasajero:
- ¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Te apetece que vayamos a comer algo? – preguntó
el joven tras dar un enorme beso a su novia.
- Mmmm… ¡me encantaría! Pero… mañana es mi cumpleaños, estaré de fiesta,
y el lunes tengo un examen, lo que quiere decir que tengo que estudiar hoy
viernes. ¿Lo entiendes no?
- ¡Claro! – exclamó Javier un poco desilusionado. – Esta noche tengo que
llevar a tus padres a una entrega de premios.
- Ah, muy bien – por un momento, parecía que no había ningún tema de
conversación entre ellos.
- Javier, creo que tengo que subir un rato a repasar… - dijo Marta
cogiendo el libro de historia de encima de la mesa.
- Claro, claro – y le dio un beso.
- Nos vemos mañana – y el joven se fue, extrañado.
Marta subió
a su habitación. Abrió un cajón donde guardaba sus bolígrafos, cuando vio unos
viejos posters. Eran de Marcos Lenin, ese chico joven que vendría mañana a su
cumpleaños. Fue su ejemplo a seguir durante muchos años. “Qué bueno está”
pensaba ella. Cogió su bolígrafo y cerró el cajón. Estaba a punto de escribir
cuando miró al ordenador, le habían abierto una conversación en msn. Marta la
abrió. Era una conversación compartida, estaban sus tres amigas, Tara, Sandra y
Nieves.
- Hola guapas (guiño enseñando la lengua) – dijo Tara.
- Holaaaa – dijeron las tres otras.
- Bueno Marta, ¿cómo vas con tu príncipe azul? Jajaja – preguntó Sandra.
- Príncipe azul? ¡exageráis! – respondió Marta.
- Pero a ver… te lo has tirado ya? – preguntó sin rodeos Nieves.
- ¡Por favor! Dejadla que se acueste con él cuando quiera, es su primera
vez… pero está claro,¡que deberías! – dijo Sandra.
- Yo creo que es un buen chico… - interrumpió Tara.
- No digo que no, pero ya llegará el momento… tengo que estudiar chicas,
os dejo, un besito – y Marta cerró la conversación. La verdad, le resultaba
difícil el tema del sexo. Recordaba que estuvo a punto de cometer un error, y
ahora tiene miedo. No sabe si Javier será ese chico, está confusa.
Iba apagar
la pantalla cuando de nuevo abrieron una conversación. “Qué pesadas” pensó
Marta. Pero no, no era Marta, su nick decía: “No sabes lo que tienes hasta que
lo pierdes, te quiero (icono de un corazón), leyó más abajo y percibió: Álex.
No podía creerlo, después de cinco meses, y tiene la valentía de hablarle.
- Hola Marta, antes de que cierres esta conversación, de verdad, solo
quería pedirte perdón, soy un hijo de puta de verdad, lo siento mucho.
- ¿Y qué esperas ahora? Que te perdone y vaya corriendo a tus brazos,
¡ni en sueños! – respondió Marta con mucha rabia.
- No, claro que no… no tengo derecho a que me perdones, tan solo quiero
que sepas que me arrepiento. Que me segó la fama, y que Carla para mí ya no es
nada.
- A mí, de Carla ni me hables, porque sois los dos unos auténticos… -
Álex no le dejó terminar.
- ¿Capullos, gilipollas, cabrones, subnormales? Lo sé, no te lo niego.
Tan solo quería que lo supieras, y que al menos me digas que no me guardas
rabia…
- No puedo decirte eso, porque sería mentirte. Joder Álex, iba a
aprovechar mi virginidad, mi ingenuidad para llenarte de fama, sí, sí que eres
un cabrón.
Álex se
quedó callado un rato, como si no supiera qué decir.
- Mira, yo siempre he sido un gilipollas… pero conocerte, me ha hecho,
no sé, ¿madurar? Puede, pero sé que siento algo, aquí dentro que revolotea cada
vez que te veo en las revistas, y digo: “Qué gilipollas, podría ser tuya”.
- ¿Piensas eso o piensas: “Qué gilipollas, podría ser yo el de la
revista”? Mira da igual, me voy.
- Por favor, después de tu cumpleaños, me dejarás quedar contigo, para
hablar… ¡solo eso!
- No lo sé Álex, lo siento, adiós – Marta apagó el ordenador, se sentía
incómoda, era algo que le superaba.
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