CAPÍTULO 18
La luz
alumbraba su cara. Los dieciocho eran una sensación similar a la de todos los
días. Era domingo, y mañana tenía los exámenes de la selectividad. No estaba
nerviosa, pues se lo sabía perfectamente. Esta tarde iba a quedar con Álex, no
sabía si estaba haciendo bien, pero tan solo darle la
oportunidad de pedirle perdón. No sabía nada de Javier, pero tampoco le
importaba. Bajó las escaleras y estaba Gabriela, quien se dirigió a ella:
- Buenos días señorita Marta. Sus padres han dejado esta nota – y tendió
en su mano un papel:
“Marta,
hija ¿cómo te sientes con dieciocho años? Bueno, sentimos decírtelo así de
improviso… pero estamos en Nueva York, nos hemos ido en el primer vuelo. Tu
madre tiene una entrevista con un
locutor de radio. Volveremos mañana al mediodía más o menos. Mario se ha
quedado con la tía Lola. Tienes a Pablo y Samuel en la puerta vigilando. Si
quieres salir, ellos irán contigo. Suerte mañana por la mañana en la
selectividad. No salgas de casa sin protección hija, es petición de tu madre.
Por cierto, deberías mirar la revista MODEL, solo he visto la portada, pero creo
que es importante… Muchos besos de tus papis”.
- Vale Gabriela, muchas gracias.
Marta se
acercó a la puerta. Y miró en el suelo,
como siempre Pedro, el cartero, había
dejado las revistas que le interesaban a su madre. Allí estaba, la revista
MODEL, miró al portada, y entonces he allí lo que esperaba. Una foto de ella en
la terraza con Marcos a la izquierda, y otra a la derecha de Javier y Marina
saliendo de su casa, tras ella haberse dormido, cogidos por el brazo. “¿Será
esto el final de la relación? ¿Sabrá la pobre Marta que Javier fue visto anoche
a las cuatro de la madrugada en las puertas de la discoteca Fanescut de la mano
de dos mujeres? La polémica se desata”. Marta, tiró la revista al suelo, y una
rabia tremenda recorrió su cuerpo. Ahora mismo le daba igual lo que pasara, tan
solo quería olvidarse del mundo. Y entonces, le vino a la cabeza la propuesta
de Marcos, y no la descartó.
Eran las
seis. Marta estaba sentada en un banco, esperando. A sus dos lados, pero lejos,
se encontraban sus guardaespaldas, a pesar de que a ella no le gustaba tener
que salir con ellos. Miró el reloj, y entonces, a lo lejos, lo vio. Estaba
increíblemente guapo. Sus ojos verdes penetraban. Llevaba unos meses sin verlo,
pero su vestimenta no había cambiado. Informal, pero sexy. Su cabello negro, se
encontraba alocado, cosa que a ella le encantaba.
- Hola –dijo dándole dos besos y con las mejillas sonrojadas.
- Hola Álex, ¡cuánto tiempo!
- Sí, más del que yo hubiera deseado… pero en fin. ¿Cómo estás?
- Yo… pues bueno, estoy. ¿Y tú?
- Estoy muy bien, he leído las revistas, ¿quieres que hablemos de ello?
– preguntó el chico con amabilidad.
- No, he venido aquí para olvidarme precisamente de eso, así que… ¿te
sabes la selectividad?
- Marta… no me gustaría hablar de estudios. Sé que has dicho que está
olvidado, pero no. Me comporté como un puto inmaduro, y es que… cada vez que me
acuerdo de que te tuve a mi alcance, y te dejé escapar, no me lo perdono.
- Álex… mira, sinceramente, sí, me hiciste mucho daño… pero eso es
pasado, sé que estás arrepentido. Tan solo quiero llevarme bien contigo, ¿vale?
– cosa que Marta sabía que no era posible, por el simple hecho de que cada vez
que lo miraba se moría de ganas por besarle. Pero… ¿por qué? Ella estaba
enamorada de Javier, o eso creía.
- Bueno, una amistad… pero yo no puedo negarte de que estoy
completamente colado por tus huesos.
- ¿Damos un paseo? – dijo Marta cogiendo a Álex de la mano.
En ese momento, un escalofrío recorrió su cuerpo.
Tan increíble, que hacía mucho tiempo que no lo sentía. Y se dio cuenta, de que
no podría engañarse a sí misma pensando que tan solo tendrían una amistad. Por
un momento se preguntó qué estaba haciendo allí, pero sus ojos eran tan
bonitos, que las palabras sobraban.
- Me asombró mucho que me dieras esta oportunidad de volverte a ver,
¿sabes? No ha pasado ni un solo día, ni un minuto, que no pensara en ti. Y esta
mañana, cuando vi las revistas, me morí del asco de que un tío como ese pudiera
tenerte junto a él.
- Bueno, Javier… no creo que haya hecho nada malo anoche.
- Tú puedes creer muchas cosas, pero la realidad puede ser diferente…
- Pues sí, sí que has madurado, ¿eh Álex? – dijo Marta sonriendo.
- Ya casi me había olvidado de esa sonrisa tan bonita que tienes… bueno,
es mentira, no me había olvidado ni un solo segundo.
- Bueno, ¿vas a dejar de hacerme la pelota? – respondió Marta.
- No es pelota… ¡es verdad! – dijo Álex poniendo cara de perrito
abandonado.
- A mí esas caritas no me sirven – y se rieron.
Marta
sentía algo que no experimentaba hacía tiempo.
- Bueno, yo me tengo que ir, que tengo que repasar, ¡y son las siete y
media!
- Vale… ¿te conectarás?
- No, mañana sí, hablamos.
- Vale, adiós – dijo Álex despidiéndose.
Pero en ese
momento, Marta giró la cabeza, y este, aprovechó para intentar robarle un beso.
Intento fallido. Pero Marta se dio cuenta de lo que le hubiera apetecido. Pero
era una chica leal, y en ese momento, estaba con Javier.
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