miércoles, 14 de noviembre de 2012

Siento decírtelo, pero te quiero CAPÍTULO 18


                                                         CAPÍTULO 18


La luz alumbraba su cara. Los dieciocho eran una sensación similar a la de todos los días. Era domingo, y mañana tenía los exámenes de la selectividad. No estaba nerviosa, pues se lo sabía perfectamente. Esta tarde iba a quedar con Álex, no sabía si estaba haciendo bien, pero tan solo darle la oportunidad de pedirle perdón. No sabía nada de Javier, pero tampoco le importaba. Bajó las escaleras y estaba Gabriela, quien se dirigió a ella:

-        Buenos días señorita Marta. Sus padres han dejado esta nota – y tendió en su mano un papel:

“Marta, hija ¿cómo te sientes con dieciocho años? Bueno, sentimos decírtelo así de improviso… pero estamos en Nueva York, nos hemos ido en el primer vuelo. Tu madre tiene una entrevista  con un locutor de radio. Volveremos mañana al mediodía más o menos. Mario se ha quedado con la tía Lola. Tienes a Pablo y Samuel en la puerta vigilando. Si quieres salir, ellos irán contigo. Suerte mañana por la mañana en la selectividad. No salgas de casa sin protección hija, es petición de tu madre. Por cierto, deberías mirar la revista MODEL, solo he visto la portada, pero creo que es importante… Muchos besos de tus papis”.

-        Vale Gabriela, muchas gracias.

Marta se acercó a la puerta. Y miró en el suelo,
como siempre Pedro, el cartero, había dejado las revistas que le interesaban a su madre. Allí estaba, la revista MODEL, miró al portada, y entonces he allí lo que esperaba. Una foto de ella en la terraza con Marcos a la izquierda, y otra a la derecha de Javier y Marina saliendo de su casa, tras ella haberse dormido, cogidos por el brazo. “¿Será esto el final de la relación? ¿Sabrá la pobre Marta que Javier fue visto anoche a las cuatro de la madrugada en las puertas de la discoteca Fanescut de la mano de dos mujeres? La polémica se desata”. Marta, tiró la revista al suelo, y una rabia tremenda recorrió su cuerpo. Ahora mismo le daba igual lo que pasara, tan solo quería olvidarse del mundo. Y entonces, le vino a la cabeza la propuesta de Marcos, y no la descartó.

Eran las seis. Marta estaba sentada en un banco, esperando. A sus dos lados, pero lejos, se encontraban sus guardaespaldas, a pesar de que a ella no le gustaba tener que salir con ellos. Miró el reloj, y entonces, a lo lejos, lo vio. Estaba increíblemente guapo. Sus ojos verdes penetraban. Llevaba unos meses sin verlo, pero su vestimenta no había cambiado. Informal, pero sexy. Su cabello negro, se encontraba alocado, cosa que a ella le encantaba.

-        Hola –dijo dándole dos besos y con las mejillas sonrojadas.
-        Hola Álex, ¡cuánto tiempo!
-        Sí, más del que yo hubiera deseado… pero en fin. ¿Cómo estás?
-        Yo… pues bueno, estoy. ¿Y tú?
-        Estoy muy bien, he leído las revistas, ¿quieres que hablemos de ello? – preguntó el chico con amabilidad.
-        No, he venido aquí para olvidarme precisamente de eso, así que… ¿te sabes la selectividad?
-        Marta… no me gustaría hablar de estudios. Sé que has dicho que está olvidado, pero no. Me comporté como un puto inmaduro, y es que… cada vez que me acuerdo de que te tuve a mi alcance, y te dejé escapar, no me lo perdono.
-        Álex… mira, sinceramente, sí, me hiciste mucho daño… pero eso es pasado, sé que estás arrepentido. Tan solo quiero llevarme bien contigo, ¿vale? – cosa que Marta sabía que no era posible, por el simple hecho de que cada vez que lo miraba se moría de ganas por besarle. Pero… ¿por qué? Ella estaba enamorada de Javier, o eso creía.
-        Bueno, una amistad… pero yo no puedo negarte de que estoy completamente colado por tus huesos.
-        ¿Damos un paseo? – dijo Marta cogiendo a Álex de la mano.

En ese momento, un escalofrío recorrió su cuerpo. Tan increíble, que hacía mucho tiempo que no lo sentía. Y se dio cuenta, de que no podría engañarse a sí misma pensando que tan solo tendrían una amistad. Por un momento se preguntó qué estaba haciendo allí, pero sus ojos eran tan bonitos, que las palabras sobraban.

-        Me asombró mucho que me dieras esta oportunidad de volverte a ver, ¿sabes? No ha pasado ni un solo día, ni un minuto, que no pensara en ti. Y esta mañana, cuando vi las revistas, me morí del asco de que un tío como ese pudiera tenerte junto a él.
-        Bueno, Javier… no creo que haya hecho nada malo anoche.
-        Tú puedes creer muchas cosas, pero la realidad puede ser diferente…
-        Pues sí, sí que has madurado, ¿eh Álex? – dijo Marta sonriendo.
-        Ya casi me había olvidado de esa sonrisa tan bonita que tienes… bueno, es mentira, no me había olvidado ni un solo segundo.
-        Bueno, ¿vas a dejar de hacerme la pelota? – respondió Marta.
-        No es pelota… ¡es verdad! – dijo Álex poniendo cara de perrito abandonado.
-        A mí esas caritas no me sirven – y se rieron.

Marta sentía algo que no experimentaba hacía tiempo.

-        Bueno, yo me tengo que ir, que tengo que repasar, ¡y son las siete y media!
-        Vale… ¿te conectarás?
-        No, mañana sí, hablamos.
-        Vale, adiós – dijo Álex despidiéndose.

Pero en ese momento, Marta giró la cabeza, y este, aprovechó para intentar robarle un beso. Intento fallido. Pero Marta se dio cuenta de lo que le hubiera apetecido. Pero era una chica leal, y en ese momento, estaba con Javier. 

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