CAPÍTULO 29
Estaba en
escena. A pesar de haber pasado un día como el de ayer, Marta decidió ir a
trabajar al día siguiente. Aún estaban comenzando la película, pero entonces
ocurrió algo extraño:
- - Bueno chicos, hoy vamos a grabar la última escena – todo el reparto se
quedó callado – sí, sí, lo sé… pero es que, hay alguien muy importante que no
puede faltar. Y no va a poder estar dentro de un tiempo, por lo que prefiero
que se pierda otras tomas, no el final, ¿entendido?
Marta no estaba
muy convencida, pues esa escena era aquella en la que su madrastra se moría, y
esta se daba cuenta de lo que le quería. Pero era su trabajo.
- - Está bien – dijeron.
- - Pues todos a sus puestos vamos, ¡acción!
Tras grabar
toda la escena, justo al final, antes de que Marilyn, la madrastra, se muriera,
Sonia, es decir, Marta, le decía unas palabras:
- - Sé que no he sido la madre que tú has querido que sea, pero yo no elegí…
- Marilyn se toca el pecho, como señal de que le queda poco.
- - Sh – contesta Sonia poniendo su dedo en los labios– no quiero disculpas,
tan solo mírame.
Ambas se quedan
calladas, en lo que la madre suelta una lágrima.
- - Sonia por favor… - volvió a interrumpirle.
- - No, déjame hablar a mí. De verdad, sé que las cosas no han sido fáciles
para ti, y que nada de lo que has hecho lo has sentido… siento decírtelo, pero
te quiero mamá – en ese momento, Marilyn debería morir, pero no dio tiempo para
ello. Marta, comenzó a llorar más de lo normal, cosa que no estaba en el guión,
y salió corriendo de plató, dejando atrás los gritos de Rowen:
-
- ¡Marta! ¿Qué coño pasa? ¿A dónde vas?
Dio un portazo
a la puerta. Comenzó a llorar desconsoladamente, agarrada a la esquina del
escritorio. Se dio cuenta de que esta película tenía demasiado que ver con su
vida, y que las palabras que tenía que decir, quería decirlas de verdad a su
madre, pero no podía, porque la impotencia le comía. Ella le quería, y no podía
vivir sin abrazarla. Esa escena, hizo que Marta se diera cuenta de lo
importante que era para ella, y de lo imposible que era mirarle a los ojos y no
querer quererla. Sin darse cuenta, entraron en la habitación donde se
encontraba, y cerraron cuidadosamente la puerta.
- - No es malo llorar – una voz dulce, sonó.
- - No creas que esto cambia nada.
- - Yo no he dicho eso Marta, pero tú sabes muy bien que no puedes engañarte
a ti misma – respondió Jessica.
- - ¿Y quién te ha dicho que me esté engañando?
- - Olvidas algo, aunque intentes hacer como que no, soy tu madre, y soy la
persona que más te conoce en este mundo.
- - ¿De verdad crees que mereces llamarte madre?
- - No, no creo que merezca tu perdón, pero sí creo que deberías pensar bien,
porque ¿qué es una madre? Aquella, que te pone la manta por encima cuando
tienes frío y te quedas dormido. Aquella que está ahí siempre que necesitas un
hombro donde llorar. Aquella que te abraza siempre que estás falta de cariño. Y
yo, todos los días Marta, no hay ni un solo día, que no me pregunte el por qué
de no haber hecho eso, el por qué de no haber sido la madre que te mereces. El
no haber estado ahí cuando lo necesitabas, y lo que más me duele, es que me
mires con un odio que no puedo remediar. Que esos ojos marrones, igualitos a
los de tu padre, cuando me miren, sientan desprecio, y sientan que no soy su madre,
y que no tienes por qué mirarme. No merezco que me mires, y tampoco que me
hables, porque no he sido un ejemplo para ti, y por eso mismo estoy hoy aquí. Porque
lo que hice, no tiene perdón, porque no sé por qué lo hice, pero sí sé que no
lo debería haber hecho. Y yo fui la que vine aquí, yo fui la que le pidió a
Rowen que me contratara, a pesar de que ya tenía otra actriz. Yo soy la que he
venido a buscarte, solo para decirte Marta, que por muchos años que hayan
pasado, y por mucho odio que me tengas, siento no poder habértelo demostrado, y
siento decírtelo, pero te quiero. Marta, te quiero y mucho – entonces, un
silencio inmenso recorrió la sala.
Tan solo se escuchaba el llanto de Marta que
en un lado de la habitación permanecía callada.
- - No hace falta que digas nada, tan solo quería que lo supieras, que no me
he olvidado de ti, y que mi estantería está llena de las revistas en las que
las portadas se refieren a ti, y que en cada estreno he estado ahí, sin que te
des cuenta, porque eres mi hija, y no dejarás de serlo.
Marta se dio la
vuelta. Y sus miradas se cruzaron, pero de verdad. Esta vez, no apartó el
rostro, y tampoco la observó con odio. Comenzó a acercarse a ella, y no quiso
responderle con palabras, tan solo se abalanzó y le abrazó. Un abrazo, que
ambas experimentaron como algo nuevo, y descubrieron que eso era lo que
faltaba.
- -Te he echado de menos mi niña – dijo Jessica besándole la mejilla y
llorando sin parar.
- - Y yo mamá, porque alguien me dijo una vez, que tengo que ser fuerte y
demostrar que soy Marta, y Marta, tu Marta, es aquella chica que perdona los
errores y que sabe qué personas le quieren de verdad, y tú eres una de esas
personas, y te quiero, muchísimo.
Ambas volvieron
a abrazarse, y las lágrimas, de alegría, amor, felicidad… todo se juntó, en un
tierno abrazo, en el que sintieron todo aquello que no se habían dado en tantos
años.
- - Anda, vamos a grabar esa escena – dijo la madre.
- - Claro que sí - y de la mano salieron a plató, donde todo el reparto, las
miró con ternura, y esa, fue la mejor escena de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario