CAPÍTULO 30
Marta miró a un
lado. A sus veinte y tres años de edad, toda su vida había cambiado. A su derecha,
su ya marido, Álex. Preparando la comida. Y a su izquierda, Carlos, un niño de
pelo marrón oscuro, con tan solo cinco meses, en la cuna, riendo, mientras su
abuela, Jessica le hace cosquillas. Mario, ya muy mayor, reía sin parar. Llega
un momento de la vida en la que tienes que pensar qué es lo mejor para ti.
Marta dejó su trabajo, pues decidió que esa no era la vida que quería para su
hijo. Pero estaba segura, de que aun así, tendría el éxito que quisiera, no por
ser famoso, si no por ser él mismo. Y su madre, Jessica, cumplidos ya los
cuarenta, seguía dedicándose al cine, pero de una manera más moderada. Su
película fue estrenada, y fue la de mayor éxito en ese año. Álex, a sus veinte
y tres años de edad, también, trabajaba en una gran empresa. La vida de Marta
no fue la más deseada, pero se dio cuenta, de que no se obtiene lo que tienes,
si no luchas por ello, y que, si estás dispuesto a luchar, debes hacerlo bien,
y no quedarte por el camino.
- - ¡A comer! – dijo Álex quitándose el delantal.
Todos se sentaron
en la mesa, y sonó el timbre. Era Diego.
- - ¡Menuda sorpresa! Madre mía… ¡qué guapo estás! – dijo Marta.
- - Lo dice miss universo – respondió abrazándola con fuerza.
- - No has cambiado nada, ¿eh? Pasa, pasa, vamos a comer, ¿te quedas?
- - Anda Diego, ¡hola! – dijo Álex saludándolo.
- - Hola Álex, nunca imaginé que hubieras cambiado de tal manera, pero me
alegro.
- - ¡Muchas gracias! – respondió el esposo.
- - Hola Diego– dijo también Jessica con Carlos en sus brazos.
- - Hola Jessica, cuánto tiempo sin saber de ti, te conservas muy bien – respondió dándole dos besos - ¿y
este niño tan bonito? – y le hizo cosquillas.
Todos se
sentaron en la mesa. Y Diego se quedó atrás con Marta.
- - Veo, que al final, has conseguido la vida que querías, y eres feliz.
- - ¿La verdad? Muy feliz.
Y con esa
frase, y con esa escena, Marta se dio cuenta de todo lo que había pasado en su
vida, y que aún así, estaba ahí, riendo y sintiendo la felicidad que muchos
otros, no pueden sentir. Y entonces,
recordó la frase que hizo que cambiara todo: siento decírtelo, pero te
quiero.
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